Son muchas las propiedades y usos que tiene la moringa y que se han descubierto en los últimos tiempos.
Esto ha llevado a que su siembra haya aumentado en gran nivel, sobre todo por el valor medicinal.
Que las plagas y enfermedades de la moringa ataquen es un tema de mucha preocupación y lo más lógico es actuar en pro de mejorar la condición de la planta.
El problema está en cómo hacerlo y para eso hemos preparado esta información que te responderá todas las dudas que te puedan surgir.
Pulgones
Son plagas que atacan con mucha frecuencia los cultivos porque en ellos consiguen el alimento para vivir (la savia).
Pueden ser de colores variados en dependencia al tipo de pulgón que se trate (verdes y hasta negros), pero son visibles sin mayores inconvenientes.
De hecho, la gran mayoría de ellos se pueden encontrar formando colonias en la parte posterior de las hojas.
En líneas generales, los pulgones tienden a ser controlables con facilidad y no causan la muerte de la planta, aunque sí la pueden debilitar mucho.
Esto ocasiona que la misma sea vuelva un foco de interés para otros agentes, tanto plagas como productores de enfermedades. Y entre más joven sea la planta de moringa, más fácil será que muera como consecuencia de estos daños porque no tendrá la fortaleza para resistir.
La atención temprana de los pulgones dejará a tu planta de moringa sin mayores inconvenientes. Quizás apenas tengas que cortar algunas zonas para que esté hermosa.
Los baños con agua a presión ayudan a quitar a los bichos de la estructura, así como los lavados con jabón potásico o aceite de neem.
Fusarium
Esta es una enfermedad producida por un hongo y que generalmente se encuentra distribuida en el suelo.
Se manifiesta cuando las condiciones de las plantas no son suficientes para hacerle frente, situación que en la moringa no es muy usual porque tiende a ser muy resistente.
En todo caso, la enfermedad conocida como fusarium está caracterizada por generar manchas de contextura oleosa sobre las hojas.
Estas son de color amarillo cobrizo, viéndose en algunos casos como si fuese un óxido que se va expandiendo en toda la superficie. Las consecuencias son defoliación, clorosis y muerte de la planta si no se atiende de manera efectiva.
Los fungicidas tienden a ser aprovechables cuando la enfermedad no está muy avanzada porque, en caso contrario, es muy poco lo que se puede hacer.
La mejor opción es aplicar las medidas preventivas como la siembra en sustratos libres de patógenos y mantener a la base de la planta libre de malas hierbas.
Hormiga cortadora
Las hormigas cortadoras de hojas pueden representar un grave problema para cualquier tipo de cultivo y la moringa no escapa a ello.
Con la capacidad operativa que estas poseen, cortan el follaje creando heridas y produciendo debilidad en las estructuras.
Son difíciles de controlar cuando ya se encuentran establecidas en un determinado espacio, por eso hace falta actuar con la mayor premura posible.
La hormiga cortadora podría causar mayor impacto en aquellas plantas de moringa que están jóvenes porque sus brotes son más tiernos y fáciles de trabajar.
Además, las hormigas también podrían aparecer como consecuencia de otro tipo de plaga que ya esté establecida en la moringa, como los pulgones o cochinillas.
Se pueden instalar trampas en la base del árbol para impedir que accedan a la copa y así frenar la proliferación de cortes. Al mismo tiempo, limpiar a la planta de los restos melosos que dejan dichas plagas ayudará a quitarles el interés.
Existen otras estrategias con componentes químicos, como las tizas o pegas para atacar a las hormigas.
Alternaria
Otra enfermedad de la moringa que responde al ataque de un hongo y que es capaz de provocar severos daños en la estructura de la planta.
En una primera instancia, las manchas propias de la alternaria aparecen en las hojas siendo de pequeño diámetro y con forma redondeada.
El color tiende a ser marrón, pero más claro al centro y más oscuro en los bordes. Con el paso de los días y la falta de atención, la alternaria se expande mucho más llevando a que las manchas sean más amplias y cubran la totalidad de la hoja.
Los tratamientos con fungicidas pueden generar resultados positivos, pero será necesario seguir con exactitud las instrucciones dadas por el fabricante.
Larvas defoliadoras
Son de las plagas más abundantes que pueden ocupar una planta de moringa y se encuentran de distintos tipos.
Estas larvas se reconocen porque los adultos colocan sus huevos en las plantas sanas y, al eclosionar, las larvas empiezan a consumir la materia vegetal.
Como resultado, se crean galerías en las zonas de la planta en la cual se manifiestan, ya sean hojas, ramas o hasta el propio tronco.
Cada uno de estos daños producirá que la planta pierda sus hojas, pero cuando las galerías son muy numerosas y arropan el tronco, la planta podría morir.
El tratamiento radica en el control de las larvas, más que en sus especies adultas, pues así se rompe el ciclo de crecimiento.
Sin embargo, muchas de estas larvas pueden provenir de adultos alados, como las polillas, lo que podría ocasionar un daño amplio en una plantación grande. Y como es probable que mantengan una vida nocturna, se hace poco posible notarlas durante el día.
En algunos casos es posible instalar trampas que ayuden a capturar a algunos adultos y reducir así la cantidad poblacional de huevos que colocan en cada fase.
Cuando un árbol de moringa ha sido cultivado con las recomendaciones que los especialistas definen y se mantienen los cuidados en el tiempo oportuno, la moringa tiene un % muy bajo de posibilidades de sufrir daños.
En todo caso, cualquier acción contraria puede suponer debilidad de la estructura lo que traerá como consecuencia que los agentes nocivos se manifiesten. Y, aún así, efectuar una atención temprana y oportuna con los productos o medidas culturales que mejores resultados han ofrecido ayudará mucho.
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Soy Arantxa Bellido y hace años que colaboro con Sembrar100. Soy graduada en Ingeniería Agroambiental (2014) por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agroambientales. También he cursado el Programa Oficial de Posgrado en Agrobiología Ambiental por la Universidad de Navarra.