¿Qué características tiene la lavanda?
Como su nombre lo indica, la Lavanda es una de las plantas más aromáticas que existen en la naturaleza.
Se origina en la antigua Grecia, donde se la usaba para perfumar los baños que tomaban sus habitantes, y actualmente es una importante fuente de recursos en la región de Provenza, Francia.
Aunque el perfume que despliega no pasa inadvertido en los lugares donde se la cultiva, también su belleza es tan significativa que es causa de envidia en los salones y los jardines que adorna.
Esa belleza la proporcionan sus espigas florales delgadas y coloridas que no necesitan de mucha atención para florecer con un resaltante color violeta.
Parece increíble que un arbusto silvestre, de carácter rústico, que crece en las rocas a pleno sol, pueda reunir tantas cualidades para ser apetecible en jardines y sitios de descanso de nuestro hogar.
Sirve por su vistosidad para la decoración de interiores o para darle color al jardín, y los poderes calmantes que posee la hacen ideal para apaciguar la ansiedad, gracias a su exquisito perfume.
Al respecto, se sabe que una bolsita de lavanda colocada debajo de la almohada proporciona un sueño reparador, y, además, tiene propiedades como antiséptico, repelente y cicatrizante. En los campos de Provenza se cultiva la lavanda a los 600 y 1400 metros sobre el nivel del mar.
Se la emplea para elaborar perfumes, aceites y bebidas exquisitas. Tiene un discreto uso en la gastronomía, pues se sabe que proporciona sabor a preparados dulces y salados. La lavanda podemos ubicarla en macetas o como un macizo floral rodeando el jardín; de cualquier forma, engalanará el espacio que ocupe. La lavanda es de fácil cultivo.
De ella existen unas sesenta variedades, todas del mismo tipo, perennes, de metro y medio de altura, de carácter leñoso, lo que las hace propensas para formar hermosos cierres y borduras que serán más llamativos en el momento de la floración.
¿Qué necesidades de tierra tiene la lavanda?
Debemos buscarle un suelo arenoso, de buen drenaje, para facilitar la evacuación del agua, a fin de que no se sature de humedad. Evitar a toda costa los suelos arcillosos es vital. En caso de que la planta se torne amarillenta y seca, es probable que esté en suelo ácido, por lo añadiremos sustrato alcalino para cambiarle la composición.
La lavanda, en tanto arbusto rústico, no presenta exigencias en la calidad del suelo, y por eso no es conveniente abonar. Entonces, ¡cuidado con la fertilización!, porque corremos el riesgo de opacar su delicado perfume; solo deberemos aplicar una mínima cantidad en caso de suelo pobre, o en maceta, antes de la época de floración.
¿Cómo hacer que la lavanda crezca fuerte y vigorosa?
A pesar de su fácil cultivo, es importante extremar los cuidados si queremos tener una planta fuerte y vigorosa que podremos disfrutar con los años.
Porque con la lavanda, más que con cualquier otra planta, se cumple aquello de que la costumbre es más fuerte que el amor.
En este sentido, la plantaremos en una maceta de 30 o 40 centímetros de diámetro, mejor de barro que plástica.
Debe ser amplia porque las flores crecen grandes y necesitan espacio. En el jardín la plantaremos directamente en el suelo.
Pero, eso sí, guardando las distancias con otras plantas, para darle aire y evitar que se ahogue, pues el espacio es fundamental para su desarrollo porque de esa manera podrá crecer sin molestar ni ser molestada por sus vecinas.
Otra razón del alejamiento es evitar que las demás plantas le resten luminosidad, porque la lavanda es planta de sol directo como ninguna otra (clima templado), sol de seis horas diarias para ser más específicos.
Como es un arbusto rústico, no le huye a la sequedad, a pesar de lo cual deberemos estar pendientes del riego, que debe ser moderado, en especial en los meses de crecimiento, evitando mojar las ramas y flores por el temor a la aparición de uno de los principales enemigos de las plantas, los hongos.
En los meses de frío espaciaremos los riegos, y en los meses de calor, una vez por semana, asegurándonos de la sequedad del sustrato antes de hacerlo, pues en caso de que esté húmedo debemos posponer el riego.
En síntesis, la regla general es regarla una vez a la semana en primavera y verano, mientras que en otoño e invierno bastaría con hacerlo cada quince días. Para estar seguros, es mejor introducir un palito en el suelo: si al sacarlo está lleno de tierra, hay humedad; si tiene polvo fino, hay sequedad y será el momento de volver a regar.
En interiores, es preferible colocarla en lugares donde reciba luz del exterior durante el día, como una terraza. Podremos saber si la hemos sometido a una luz excesiva cuando sus flores se tornen opacas o grises. En ese caso, la cambiaremos de sitio, siempre con buena iluminación, y la rociaremos con deferencia cada dos días.
¿Qué humedad necesita la lavanda?
Por eso, en los meses de frío el riego debemos hacerlo en las horas centrales del día para impedir que, con la llegada de la noche, las raíces todavía guarden humedad.
¿Es necesario podar la lavanda?
¿Cuándo debemos podar la lavanda?
Una poda para cortar menos de la mitad de la planta debemos hacerla antes o después de la floración, con la llegada de la primavera o el otoño.
Para así estimular el crecimiento de nuevas ramas y de las flores. Si la planta está dispuesta creando un cierre o bordura, además de la poda de altura, realizaremos la poda de contorno para darle una línea estética.
¿Cómo evitar las plagas y enfermedades de la lavanda?
Los principales enemigos de la lavanda son:
Cochinilla algodonosa
Se alimenta de la savia de la planta. Fácil de identificar por su color blanco que hace contraste con el verde de las hojas. La atacaremos con una mezcla de jabón potásico con agua, o aceite de Neem.
Orugas de la lavanda
Plaga enemiga acérrima de esta planta, de color verde, con cabeza más oscura, que puede notarse si nos fijamos bien en las hojas y ramas; muerde las hojas causándoles daño. El tratamiento debe ser a base de extracto de ajo y otros productos naturales. También podemos retirarlas usando guantes.
Larvas de cecidómidos
Atacan durante los meses de calor a finales de primavera y el verano; semejante a un mosquito que revolotea en el aire, se esconden en los brotes causando daños a los tallos por lo que representan un peligro mortal para la planta.
Debemos atacar a los adultos de estas larvas con productos naturales para evitar la proliferación de huevos; y para controlar el número, es necesario el uso de trampas.
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Soy Arantxa Bellido y hace años que colaboro con Sembrar100. Soy graduada en Ingeniería Agroambiental (2014) por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agroambientales. También he cursado el Programa Oficial de Posgrado en Agrobiología Ambiental por la Universidad de Navarra.
Muy buenos los artículos que estoy viendo en esta web. Bien estructurados, fundamentados y prácticos
Gracias José Luis.