Suelen cavar pequeñas galerías o caminos entre las hojas y tallos, lo que reduce el espacio para que la planta realice su fotosíntesis. Estas galerías van aumentando de tamaño conforme la larva va creciendo.
De esta manera, los minadores atacan a los cultivos hortícolas, favoreciendo la entrada de bacterias dentro de planta. Una vez finalizado el desarrollo larvario, las larvas salen de las hojas para pupar, en el suelo o en las hojas, para dar lugar posteriormente a los adultos.
Los daños principales ocurren por la excavación de las hojas y tallos. En la mayoría de los casos, la hoja acaba destruyéndose, curvándose y la cutícula acaba ennegreciéndose.
No obstante, con un poco de suerte la cosecha puede no verse tan afectada, aunque si las condiciones climáticas son buenas, el minador incrementa su actividad destructora en las hojas, y esto provoca una elevada pérdida de masa foliar, reduciendo el vigor del cultivo.
Además, las heridas ocasionadas por esta plaga facilitan la entrada de otros patógenos como hongos, bacterias y virus.
¿A qué cultivos afectan?
Afectan principalmente a la berenjena, al calabacín, a la judía, al melón, al pepino, al pimiento, a la sandía y al tomate.
¿Cómo combatimos a los minadores de hojas?
Los minadores suelen sentirse atraídos por el color amarillo, por lo que se pueden colocar trampas o contenedores de estos colores con superficies pegajosas para que queden adheridos.
Otra forma de prevención es colocar mallas alrededor de los cultivos y realizar una limpieza de malas hierbas y cualquier tipo de desperdicios o restos de cultivos anteriores.
Igualmente, la infestación de minadores puede prevenirse plantando cultivos de trampa cerca de las plantas que se quieren proteger.
Puedes sembrar cenizo, aguileña o abutilón para llamar la atención de los minadores y reducir su incidencia en tus cultivos.
El control biológico se puede realizar mediante sus enemigos naturales. Algunos de ellos son las avispas parasitarias como la Diglyphus isaea, la Diglyphus minoeus y la Diglyphus crassinervis, así como las Chrysonotomyia formosa y la Hemiptarsenus zihalisebessi.
Para combatir a los adultos se puede aplicar extracto de neem en las hojas y la bacteria Bacillus thuringiensis contra las larvas que producen las galerías en las hojas. También resulta efectivo aplastar las larvas con nuestros propios dedos, asegurándonos de no lastimar la planta.
En fuertes ataques conviene eliminar y destruir las hojas bajas de la planta.
Mi nombre es Ricardo Gómez.
Desde pequeño me ha gustado leer y escribir. Ahora, que estoy cursando un máster en periodismo digital, colaboro como freelance escribiendo artículos para diferentes páginas web.
En especial me gusta compartir información sobre agricultura, siembra ecológica y medio ambiente. Entre otras aficiones 🙂